Las relaciones, ya sean de pareja o de cualquier otro ámbito social como el de la amistad o con un familiar no son nada fáciles, requieren la predisposición de ambas partes por igual y muchas veces por malestar, estrés y falta de comunicación se convierten en lo que se llama «relaciones tóxicas». En éstas hay por lo menos un integrante que tiene ciertos comportamientos y actitudes impropias, provocando una situación de vulnerabilidad emocional y psicológica para la otra persona.
Las razones por las que alguien puede mantener una relación tóxica pueden ser muy diversas y normalmente tienen que ver con:
-Baja autoestima: Al tener valoraciones y sentimientos negativos hacia si mismos , tienen la idea de que no pueden estar sin la otra persona porque no estarían bien.
-Miedo a quedarse solos/as. Muchas veces se mantienen relaciones por la incertidumbre o la preocupación por no tener a alguien al lado y crea una dependencia emocional que muchas veces se puede confundir con amor o amistad.
Algunas de las actitudes que denotan que estamos ante una relación tóxica puede ser:
– Le molesta que pases tiempo con otros amigos o familiares que no sean ellos.
-Es habitual el conocido como «chantaje emocional» a través de la manipulación o la extorsión. Se nutren del miedo, la culpa la obligación para que la otra persona haga lo que ellos quieren que haga, sin ninguna libertad.
-Investiga las redes sociales y no respeta en absoluto la privacidad, controla la vida de la otra persona.
-Suele tratar al otro/a con sobreprotección y paternalismo.
-Tiene un control sobre tus gastos personales, incluso pidiendo explicaciones sobre movimientos bancarios, conversaciones u otras índoles.
En definitiva, se trata de una relación que por una cosa u otra hace que una de las dos partes o ambas sufran por el hecho de estar juntos. Normalmente viene ligado por el hecho y la creencia de que es mejor no acabar con esa relación porque no ven la realidad y están coaccionados por la otra persona o por sus propios pensamientos hacia ella.