Tal y como hablamos en nuestro blog de la semana pasada, no siempre es fácil detectar los síntomas de los trastornos del sueño en niños. Esto se debe, en primer lugar, a la gran variedad de trastornos existentes, lo que hace que los síntomas de cada tipo de desorden difieran mucho entre sí.
Por ello, hoy os hablaremos de algunos de los principales trastornos del sueño que existen:
Problemas para conciliar o mantener el sueño: insomnio.
Aquí hablamos de aquellos casos en los que el niño no puede dormir apropiadamente. Esto suele deberse a una dificultad para conciliar o mantener el sueño, en la mayor parte de los casos; o bien, otras veces, a que, a pesar de haber dormido, este sueño no es reparador y no ha descansado.
La mayor parte de las veces este insomnio es de tipo conductual. Esto significa que el niño no puede dormir si está solo, por lo que intentará evitar ir a la cama. Otras veces, el insomnio se debe a patrones inadecuados del sueño. Esto se produce, por ejemplo, cuando la actividad diurna es la que interfiere con la capacidad de dormir.
Trastornos de movimiento relacionados con el sueño: piernas inquietas.
Aquí no hay dificultad para conciliar el sueño. Por el contrario, en este caso el niño empieza a dormir sin problemas, pero se mueve constantemente. Esto puede suceder ocasionalmente a cualquier niño, y no es un problema en sí mismo; no obstante, si se produce de manera repetida y prolongada en el tiempo, sí puede ser trastorno a considerar. En estos casos, el niño no descansa y puede sentirse agotado durante el día, lo que interferirá con su calidad de vida.
Alteraciones del ritmo circadiano: patrones irregulares de sueño, síndrome de retraso o adelanto de fase.
Aquí hablamos de aquellos casos en los que el niño duerme lo suficiente, pero en momentos inadecuados. Por lo general, esto es menos común en niños pequeños y empieza a producirse a partir de los 10 años.
La forma más característica de este desorden es el llamado síndrome de retraso de fase. Aquí, se produce una incapacidad para dormir por la noche, y dificultad para despertarse por la mañana. Se trata, en definitiva, de niños cuyo ciclo de sueño está alterado, durmiendo de día y activándose de noche. Al final, este problema suele impactar sobre el rendimiento escolar del niño y una menor capacidad para realizar actividades.
Otras veces se da el denominado síndrome de adelanto de fase; es igual que el anterior, solo que el sueño se produce antes de lo deseado, al igual que el despertar. Por último, encontramos los patrones irregulares del sueño. En este caso, lo que caracteriza el trastorno es que el patrón no es regular, sino que va cambiando aleatoriamente.