Cuando hablamos de masturbación infantil, ejercida como un autoejercicio de la función sexual, que implica estímulo y respuesta, lo hacemos de un tocamiento o estimulación que realizan nuestros hijos e hijas en edad temprana, entre 2 y 6 años, incluso menores, para lograr placer y sensaciones agradables. A veces, los padres nos preguntan cómo reaccionar ante esta masturbación, por ello, desde el Instituto Andaluz de Sexología y Psicología queremos abordar el tema.
En primer lugar, debes saber que la masturbación se trata de un acto completamente normal en estas edades, tal y como han acordado muchísimos estudios sobre el tema. No existe causa médica que explique este fenómeno, pues los niños llevan a cabo este proceso cuando se aburren o se sienten insatisfechos por algún motivo, ya sea falta de sueño, chupete o juguetes, siendo esta masturbación parte de su desarrollo y del de su propio cuerpo en su camino al descubrimiento personal.
Esta masturbación consiste en frotarse de forma rítmica el área genital, ya sea con sus manos o con objetos, que pueden mover todo el cuerpo. Durante la masturbación, el pequeño se muestra aturdido y ruborizado, lo que puede confundirse con la epilepsia, pero este proceso puede variar en frecuencia desde varias veces al día hasta una vez a la semana. Según crece disminuye la frecuencia y no será hasta la pubertad y la aparición del deseo sexual cuando reaparezca esta práctica.
Esta práctica no causa daño psicológico o físico a los niños, salvo con una frecuencia muy alta y que ocasiones irritación. Ante esta práctica ofrecemos los siguientes consejos:
- Acepta dicho proceso como parte de su desarrollo evolutivo del niño.
- Controla el lugar y frecuencia, permitiéndole que lo practique en su habitación o en el baño, pero no frente a otras personas.
- No seas un espía.
- Cuando encuentres que se esté masturbándose, trata de distraerlo con algún juguete o actividad de su interés.
- Involúcrate en sus juegos y participa con él en sus actividades.
- No trates de eliminar la masturbación aplicando reprimendas o castigos, ya que esto solo conseguirá que la conducta se fije.
- Acude a un especialista si la conducta se aparta de la normalidad y sientes que no puedes manejar la situación.