Cómo saber si tu hijo sufre bullying y cómo afrontarlo

«Claro que lo hicieron. Pero nuestras vidas continúan siendo un acto de equilibrio que tiene menos que ver con el dolor y más que ver con la belleza«. El poeta Shane Koyczan no se refería al arte cuando acabó con estos versos una de las conocidas TED Talks sino a la herida que queda abierta y sangrando de por vida cuando tus compañeros de clase quieren sentirse superiores a tu costa. El conocido bullying.

Este maltrato físico y psicológico se ha convertido por desgracia en uno de los mayores problemas a los que los padres tienen que hacer frente cuando sus hijos van a la escuela. Una desgracia que se extiende cada día y de la que nadie está a salvo. Puede ser hoy o mañana cuando empiece. Quizás, como desearíamos todos, nunca.

Incluso sin querer obtener nada a cambio, por pura diversión o sentirse el rey de la clase, tan sólo por satisfacer la necesidad de agredir o someter a alguien, escogen una víctima entre sus propios compañeros. Así empieza todo. El final puede rozar lo inhumano.

Sólo me hablaban para insultarme”. Esas fueron las últimas palabras que escribió Lucía. Una joven murciana de tan sólo 13 años que ya no volverá a sufrir. Sus acosadores condenaron a la familia un 13 de enero a recordarla a través de fotografías. Su cama ha desaparecido de la habitación porque su madre no soportaba verla y encima de la mesa, queda una vela siempre encendida, cuenta al periodista. “Pero llegó agosto. 29 de agosto, y todo fue oscuro”, dejó escrito en la carta con la que punto y final a su cruel mundo.

Ekai, Diego o Rosalie, son los nombres que acompañan a Lucía en la bochornosa lista de jóvenes que se han suicidado en nuestro país cuando el mundo se les quedaba pequeño y no encontraban sitio para huir. Una lista que ha aumentado con el auge de las nuevas tecnologías y las posibilidades que estas dan a los acosadores para expandir las imágenes y amenazas a sus víctimas. “¿Quién se va a sentar con la gorda?”. Nadie respondió jamás.

Sentado estaba, sin embargo, el alférez de la Guardia Civil Raúl Narváez. Viajaba en un AVE con destino Málaga. Es el community manager de una de las organizaciones del instituto armado y, haciendo esta labor, deslizó por su pantalla un tweet de una chica que decía que no podía más y que se iba a suicidar. Hasta las 3 de la mañana, este Guardia Civil estuvo hablando con la chica por mensajes directos en la red social. “Bicho”, “ballena”, “foca” son algunos de los calificativos que recibía en su móvil. “Tú sabes que estorbas, que ni tu madre te quiere”. Ésta, la manera de saludarla.

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