La crítica no siempre es positiva, hay críticas que esconden resentimiento, frustración y hasta una dosis de envidia. Sin embargo, existen otras que son constructivas que tienen como ayudan al crecimiento personal y enmienda algunos errores.
No obstante, para que una crítica sea bien recibida y produzca un cambio positivo en la persona, no solo debe ser sincera, verídica y con buenas intenciones sino que también se debe expresar de la manera adecuada y en el momento justo. Si alguno de estos ingredientes falla, es probable que la crítica sea recibida con recelo y no cumplirá sus expectativas.
Al construir una crítica nos podemos encontrar con dos situaciones: la frustración de la persona que critica y el enfado de quien es criticado.
A menudo, la persona que critica sabe que tiene razón, por lo que insiste en su punto de vista. Sin embargo, cuando nota que la otra parte no es receptiva, o al menos no tanto como desearía, comienza a sentirse frustrada.
Hay situaciones, en las que la persona que critica no se da cuenta de que está insistiendo en la dirección errónea, de que aunque tenga razón y quiera ayudar al otro, sus palabras, actitud o simplemente su insistencia, están siendo contraproducentes.
En cambio, la persona que es criticada suele percibir esas palabras como un ataque y se pone a la defensiva. Obviamente, en ese momento, no puede ver cuánto hay de cierto en la crítica, ya que se puede sentir vulnerable, culpable o simplemente enfadada.
Tampoco se le puede culpar porque los reproches suelen ser repetitivos y tienen una enorme carga emocional que termina siendo difícil de soportar.
Los expertos en psicología recomiendan para salir de ese círculo vicioso que seamos directos, que expresemos nuestros sentimientos siendo responsables de nuestras emociones, que seas concreto, no rebusques en el pasado, y por supuesto, sé amable.