Tal y como vimos la semana pasada, el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) y el Trastorno por Déficit de Atención (TDA) son dos términos que, aunque están relacionados, presentan diferencias clave.
Ambos pertenecen a los trastornos del neurodesarrollo y comparten dificultades en la atención sostenida, pero varían en la forma en que se manifiestan y en los desafíos que representan para quienes los experimentan.
Por ello, hoy desde el IASP te seguimos contando todo lo que necesitas saber sobre este tema.
¿Qué es el TDA?
El TDA, por otro lado, se refiere exclusivamente a la falta de atención, sin que exista la hiperactividad característica del TDAH. Las personas con TDA suelen parecer distraídas, olvidadizas o desorganizadas, lo que puede generar problemas en su vida cotidiana. A menudo, son vistas como «soñadoras» o «despistadas», ya que tienen dificultades para concentrarse en tareas específicas o seguir instrucciones.
El TDA puede ser más difícil de identificar, especialmente en niños, ya que no presentan comportamientos disruptivos como en el caso del TDAH. Esto puede llevar a que las personas con TDA pasen desapercibidas durante años, sin recibir un diagnóstico ni un tratamiento adecuado.
Principales diferencias entre TDAH y TDA
Hiperactividad e impulsividad: La principal diferencia radica en la presencia o ausencia de hiperactividad e impulsividad. Mientras que el TDAH se caracteriza por movimientos constantes, dificultad para esperar turnos o interrumpir a otros, el TDA no incluye estas conductas.
Reconocimiento social: Las personas con TDAH tienden a llamar la atención debido a su comportamiento impulsivo o inquieto, mientras que quienes tienen TDA suelen pasar desapercibidos, ya que su lucha está más relacionada con la concentración interna y no tanto con conductas externas.