Vivimos en un mundo donde las personas parecen valer por lo que tienen, en vez de por lo que son, donde a menudo importan más las apariencias que la esencia, es fácil caer en las redes de la soberbia, la vanidad y la presunción.
Aún así, no hay mejor adorno para nuestra alma que la humildad. La sencillez es la expresión más directa que nos permite conectar con los demás siendo 100% auténticos.
¿Cuáles son los riesgos del orgullo?
El orgullo nos puede llevar a tomar malas decisiones, sin reflexionar sobre las consecuencias. De hecho, su principal arma es que nos convence de que nuestra forma de pensar es correcta y de que todos los demás están equivocados. Pensamos que solo nuestras ideas son brillantes y sensatas, por lo que no le damos cabida a nuevas formas de ver las cosas y terminamos anquilosándonos.
El orgullo y la soberbia hacen que nos encerremos en lo que hemos aprendido, convirtiéndonos en nuestros propios carceleros. Así lo confirma un estudio realizado en la Universidad de Cornell.
Por el contrario, las personas que adoptaban una actitud más humilde y no pretendían ser expertos, mostraban su escepticismo sobre esos términos «dudosos» y reconocían no saber nada sobre ellos.
¿Cuáles son los beneficios de una persona humilde y común?
- Nos permite tener más flexibilidad mental.
- Nos ayuda a valorar los pequeños detalles.
- Nos libera emocionalmente.
- Nos permite conectar desde nuestra esencia.
- Nos permite encontrar la serenidad.
- Nos ayuda a ser más empáticos.
- Nos hace la vida más fácil.