La muerte perinatal es una experiencia profundamente dolorosa que implica la pérdida de un bebé poco antes o después del nacimiento. Esta pérdida abarca desde las últimas semanas del embarazo (después de las 22 semanas de gestación) hasta los primeros días de vida del bebé, y puede deberse a causas como problemas de salud de la madre, anomalías congénitas, complicaciones en el parto, entre otros factores.
La muerte perinatal, al afectar tanto a los padres como a toda la familia, provoca una serie de reacciones emocionales intensas que suelen derivar en un proceso de duelo complejo y, en muchos casos, en la necesidad de apoyo psicológico.
¿Quieres saber más sobre este tema? Pues hoy te lo contamos todo desde el blog del IASP.
El dolor emocional de la pérdida perinatal
La pérdida de un bebé es un golpe devastador para los padres, pues no solo pierden a su hijo, sino también las expectativas y sueños que habían imaginado junto a él.
El dolor emocional se ve intensificado por la falta de experiencias compartidas con el bebé, lo que puede generar sentimientos de vacío, desorientación e incomprensión. Para muchos padres, el duelo por la muerte perinatal es complicado de procesar porque esta pérdida es a menudo “invisible” para la sociedad, lo que lleva a una falta de reconocimiento y apoyo en su entorno cercano.
Procesos psicológicos para afrontar la muerte perinatal
Superar la muerte perinatal es un proceso largo y complejo que requiere un acompañamiento adecuado. A continuación, se describen algunos procesos psicológicos y herramientas que pueden ayudar a los padres a atravesar esta dolorosa experiencia:
1. Aceptar la realidad de la pérdida
El primer paso en el duelo perinatal es aceptar la realidad de la pérdida, un proceso que puede tomar tiempo. Los padres necesitan comprender que el duelo es una respuesta natural y saludable ante la pérdida de un ser querido, aunque esta pérdida haya ocurrido en una etapa temprana de la vida del bebé. Aceptar la realidad de la muerte perinatal es crucial para evitar el riesgo de reprimir el dolor, lo cual puede llevar a problemas emocionales a largo plazo.