Desde la antigua Grecia, en la tradición occidental, el placer, especialmente aquel placer buscado y deseado, ha sido mal visto y en muchos casos perseguido. En este sentido, durante los últimos 2000 años, la cultura y la moralidad de las diferentes sociedades han relacionado la sexualidad a la reproducción en exclusiva.
No obstante, debido a los avances culturales, así como los cambios en cuanto a ideologías y filosofía se refiere, que tuvieron lugar durante el siglo XX, un concepto más hedonista de la sexualidad humana se fue instalando en la sociedad, dando lugar a la cultura del placer.
Sin embargo, lejos de desaparecer la ideología que condena la búsqueda de placer en la sexualidad, en la actualidad coexisten dos concepciones culturales muy dispares: Desde la visión religiosa de la sexualidad hasta una visión hedonista extrema.
Lo cierto es que temas como: el placer como una faceta más del ser humano, asumir que el placer en la pareja implica comunicación y atención de uno hacia el otro, la búsqueda del placer en las relaciones sexuales, autoaceptación positiva de la propia identidad sexual, la aceptación de las diversidad de sexualidades por las que pueden optar las personas, etc. Son temas que cada vez con más frecuencia aparecen encima de la mesa, aunque no siempre están exentos de pudor y debates morales/ideológicos.