La erotofilia, en términos generales, se refiere a las actitudes positivas hacia la sexualidad y la erótica. Se considera una dimensión de la personalidad que expresa la predisposición que tenemos a responder a estímulos eróticos a lo largo de un continuo de emociones positivas o negativas, donde el extremo de las actitudes positivas hacia la sexualidad sería la erotofilia y el extremo contrario serían las actitudes negativas y de rechazo o erotofobia.
Así, las personas erotofílicas responderán con emociones agradables en lo relativo a la sexualidad, mientras que las personas erotofóbicas reaccionarán con un mayor desagrado.
Las actitudes son algo que se aprende desde los primeros años de vida. De esta forma, un niño o una niña que reciba mensajes negativos por parte de su familia acerca de la sexualidad, probablemente desarrollará la idea de que se trata algo malo o vergonzoso y que es mejor no tocarlo.
Por el contrario, si lo que se reciben son mensajes positivos o de naturalidad frente a la sexualidad, posiblemente se desarrollen unas actitudes más abiertas y relajadas en estos temas.
De esta forma, el niño o la niña aprenderá que la sexualidad está bien o mal, dependiendo de los mensajes que haya recibido de su entorno; y en el futuro responderá en consonancia ante estímulos eróticos: con culpa, miedo o desagrado si ha recibido una educación restrictiva y negativa, o con apertura, agrado y placer si el tema se ha tratado con naturalidad.
En relación a este tema, durante la celebración de las Ciberjornadas Internacionales sobre Sexología organizadas por la SEIS y la Universidad de Almería, los expertos del Instituto Andaluz de Sexología y Psicología, Marina Cabello, Francisco Javier del Río y Francisco Cabello, recibieron el primer premio de investigación por el estudio “El mito de la erotofilia masculina”.