La semana pasada hablamos sobre qué era la dependencia emocional. Pero, ¿cómo podemos reconocer este problema? Pues hoy en el Instituto Andaluz de Sexología y Psicología te lo contamos todo.
Cómo podemos reconocer el problema de la dependencia emocional
Como cualquier otro trastorno de salud mental, la dependencia emocional es invisible y difícil de detectar porque no hay síntomas físicos evidentes. A menudo podemos confundir nuestros sentimientos de dependencia con sentimientos de amor o atracción.
Si estos sentimientos no se identifican de manera adecuada, pueden perder toda su autenticidad y convertirse en algo perjudicial. En líneas generales, suelen aparecer síntomas como los siguientes:
- Idealización de la otra persona: se sobreestiman e idealizan las cualidades de la pareja (o cualquier otra persona) y no se pueden ver los aspectos más negativos.
- Priorización de los deseos del otro: la persona dependiente actúa como si las necesidades del otro estuvieran por encima de las suyas, que quedan en un segundo plano.
- Complacencia y huida de los conflictos: una persona con dependencia emocional es capaz de realizar actividades que son inapropiadas solo para complacer al otro.
- Baja autoestima: la persona dependiente siente que no está a la altura de los demás. Aflora aquí la incapacidad para valorarse y confiar en uno mismo. Esto crea un ciclo negativo de necesidad que puede aumentar el deseo de buscar de manera constante la seguridad en los demás.
- Miedo a la separación: puede aparecer un miedo irracional e injustificado al abandono y la separación.
La dependencia emocional afecta sobre todo a personas vulnerables, hipersensibles, que carecen de confianza en sí mismas. Depender de otras personas les suele dar la sensación de estar a salvo en una burbuja que les crea seguridad. Pero lo que realmente han creado es una especie de prisión en la que permanecen encerradas.